20.4.08

Las mujeres en el Día de la Tierra

A veces puede parecer que instaurar un día de celebración no es más que un gesto simbólico que elude los verdaderos problemas. Sin embargo, no siempre es así. En ocasiones, puede convertirse en un auténtico motor de reflexión y acción. Pensemos, por ejemplo, en el Día de la Mujer Trabajadora que podría haberse quedado en un homenaje puntual al “segundo sexo” y, sin embargo, por el contrario, ha facilitado año tras año la concienciación sobre la necesidad de superar las discriminaciones tradicionales que afectan al colectivo femenino.
Hace ya 38 años, el 22 de abril de 1970, millones de estadounidenses manifestaron su preocupación por la degradación de la Tierra. Gracias a sus movilizaciones, el gobierno tomó las primeras medidas de protección ambiental. En 1990, esa fecha de abril se convirtió en día mundial, gracias a la iniciativa de numerosísimas ONGs de ciento cuarenta países. En 2008, en torno al día 22, se movilizarán millones de personas en todo el mundo pidiendo medidas urgentes contra el cambio climático y la protección del medio ambiente. ¿Estas demandas deben interesarnos particularmente en tanto mujeres? Recordemos que diversos estudios muestran una mayor vulnerabilidad del cuerpo femenino frente a la contaminación debido a la inestabilidad hormonal y al mayor porcentaje de tejido adiposo en comparación con el cuerpo de los varones. Las sustancias tóxicas se fijan en la grasa y una persona que no se alimente con productos ecológicos puede llegar a consumir hasta cincuenta variedades de pesticida por día. Los compuestos de la industria petroquímica están en nuestro plato y en nuestros hogares. Productos agradables y aparentemente inofensivos como cosméticos, detergentes, jabones, perfumes, ambientadores, material informático, plásticos, pinturas, etc, actúan como disruptores endocrinos peligrosos que afectan en primer lugar (aunque no exclusivamente) la salud de mujeres y de niñas y niños, incluso en el período fetal (consultar al respecto el portal de Greenpeace) Como señala el Colectivo de Mujeres de Boston en la edición del año 2000 de su extraordinario manual de ginecología alternativa Nuestros cuerpos. Nuestras vidas, también nos vemos más afectadas por el síndrome de hipersensibilidad química múltiple que los médicos todavía siguen diagnosticando erradamente como simple alergia y que rutinariamente atribuyen a la presencia de algún animal doméstico. Una vez más la naturaleza es designada como culpable, no la industria y sus intereses económicos nefastos para la salud: la pobre “mascota” termina en la calle, en la perrera municipal o, con suerte, en una protectora atendida por mujeres sensibles, generosas, desbordadas y sin recursos.

He subrayado los problemas que nos afectan como consumidoras del Primer Mundo, pero hay más razones para que el Día de la Tierra no nos sea indiferente. Recordaré otras dos: por solidaridad con las mujeres pobres del Tercer Mundo, las más castigadas entre los pobres por el cambio climático y el desarrollo insostenible; y por el reconocimiento y revalorización de prácticas del cuidado históricamente femeninas que tienen que universalizarse, es decir, pasar a ser prácticas reconocidas como valiosas, que hagan suyas también los hombres y que se extiendan más allá del círculo familiar, hacia esa Naturaleza amenazada que es nuestro suelo vital, aunque vivamos en una gran urbe. ¡Basta ya de hogares relucientes repletos de sustancias tóxicas y un paisaje de bolsas de plásticos usadas y basurales en tierra de nadie! De nosotr@s depende que el Día de la Tierra sea un rito anual más, intrascendente, o una ocasión para reflexionar y actuar expresando nuestras demandas a quienes tienen responsabilidades y deciden, de una manera u otra, el futuro del mundo natural y humano.
Prolonguemos el Día de la Tierra incorporando la conciencia ecológica en nuestro proyecto de vida.