9.8.08

La maté porque era mía












Leo en varios periódicos que siempre aumenta el número de mujeres asesinadas por sus parejas durante el verano. El tiempo libre pone al descubierto los conflictos y dispara el número de peticiones de separación. Y ya sabemos que muchas veces el asesinato es la respuesta al deseo de independencia de una mujer.
La violencia sexista es un fenómeno con hondas raíces en el pasado. Las diversas formas que tiene en el mundo (agresiones o asesinato en el ámbito de las relaciones afectivas, violación, trata de mujeres y niñas, prostitución forzada, acoso sexual, matrimonio sin el consentimiento de la joven, infanticidio femenino, mutilaciones genitales rituales, etc.) han recibido el nombre de violencia de género y son objeto de análisis en el marco de la teoría de género, conjunto de estudios que analizan los elementos socio-culturales de las identidades masculina y femenina. La violencia de género no está en los genes ni es un destino ineludible de la humanidad. Tiene un carácter históricamente construido, a diferencia de los aspectos biológicos que constituyen el sexo de los individuos. Los modelos explicativos de la violencia contra las mujeres han ido evolucionando desde una perspectiva que sólo veía individuos perturbados a otra que atiende a numerosos factores causales combinados. La pervivencia e incluso el reforzamiento de los estereotipos viriles violentos en la cultura de masas contemporánea, así como la incapacidad de reconocer a las mujeres como personas independientes con voluntad y decisión propias constituyen las principales causas de los asesinatos que hoy nos conmueven. Puesto que en las sociedades democráticas modernas las mujeres han ganado cierta independencia económica y han hecho suyos los valores de la libertad y de la autonomía, ya no soportan fácilmente situaciones de maltrato y subordinación. Incluso en las sociedades desarrolladas occidentales, el déficit de reconocimiento de la individualidad y de la autonomía de las mujeres es la clave explicativa de numerosos asesinatos, violaciones, amenazas y agresiones. La maté porque era mía ha sido justamente la acertada traducción del título de una comedia francesa misógina cuyo nombre original era Tango y que obtuvo un notable éxito hace unos pocos años de uno y otro lado de los Pirineos. Gran parte de los homicidios que caen bajo la denominación de violencia de género en nuestra sociedad son cometidos por maridos, compañeros sentimentales y novios que no soportan una ruptura de pareja. La decisión de muchas mujeres de afirmarse como individuos autónomos es, indudablemente, uno de los motivos (no el único) del aumento, en la sociedad en tiempos de paz, de los casos de violencia de género que alarman a los organismos internacionales expertos desde los años noventa. A veces el agresor se suicida, pero en un gesto último de posesión absoluta elimina a la que considera no tiene derecho a vivir sin él. Como el tirano de la célebre pintura de Delacroix La muerte de Sardanápalo que observa con deleite cómo sus esclavos matan, por orden suya, a las mujeres del harem y a sus animales domésticos antes de darse la muerte, decide que ninguno de los seres deseados o amados podrá sobrevivir a su suicidio.
Tod@s podemos y debemos luchar contra la violencia de género: desde las leyes, desde las políticas de igualdad para las mujeres y desde la educación. En la familia y en todos los niveles educativos hemos de esforzarnos por transmitir modelos no violentos, cultivar la capacidad de ponerse en el lugar y en los sentimientos del otro y reforzar la autoestima de niñas y mujeres para que rechacen a quienes no las respetan. Igualdad es uno de los nombres de la no violencia.