2.1.18

La utopía ecofeminista




¿Qué es el ecofeminismo y en qué medida puede decirse que se trata de una utopía? No me refiero al sentido vulgar de “utopía”, como una mera fantasía, como un absurdo que contradice las normas lógicas o las dinámicas psicológicas o materiales de la humanidad. En este primer sentido, se ha considerado al ecofeminismo y a otras teorías emancipatorias como sueños de ingenuos optimistas que no han comprendido que el hombre es un lobo para el hombre (el homo homini lupus de la reformulación hobbesiana  del pesimismo antropológico) y que todo lo real es racional (según la interpretación hegeliana más conservadora). Pero, contestaría una ecofeminista: ¿Quién es el hombre? ¿Cómo es el lobo? ¿A qué llamamos razón? 
En el sentido inaugurado por Tomás Moro en 1516, utopía es un mundo mejor que aún no ha tenido lugar (ou-topos), que aún no se ha concretado en la realidad,  pero podría llegar a hacerlo un día. Funciona como  un horizonte regulativo hacia el que dirigir nuestros pasos con esperanza. Configura una cartografía de lo posible que, como es evidente, posee capital importancia desde el punto de vista de la Filosofía Moral y Política y de la vida cotidiana. 
Los autores de mundos perfectos critican con agudeza la enorme desigualdad en el acceso a los bienes y al poder que afectan  a las sociedades en que viven, la irracionalidad de  múltiples costumbres y aspectos de la organización política y religiosa, pero no suelen alcanzar a ver la injusticia de  la subordinación de las mujeres. Así, aunque con sus relatos sobre la vida de los pueblos indígenas, los viajeros del Renacimiento recrearon el mito de una edad de oro en total armonía, su visión del mundo perfecto no altera la estructura patriarcal. En Mundus novus (1503),  Américo Vespucio muestra comunidades que no conocen ni el poder de los gobernantes ni la propiedad privada. La libertad de la que disfrutan se manifiesta, entre otros aspectos, en que pueden poseer muchas  esposas. Utopía (1516) de Tomás Moro tampoco desafía el orden familiar y social que subordinaba a las mujeres, por el contrario, incluye rituales simbólicos que lo ratifican.  En La Ciudad del Sol (1602) de Tomás Campanella, las mujeres son parte de los bienes comunes y su función es la reproductiva hasta el punto de que las estériles reciben menor consideración que las fértiles.
La utopía feminista se distingue de las demás utopías en el rechazo de la jerarquía entre los sexos y en la propuesta de la androginia o de una organización social que no se ciña a los roles de género tradicionales. Entre las novelas más conocidas de este carácter encontramos The Left Hand of Darkness (1969) (La mano izquierda de la oscuridad) de Ursula Le Guin (1) o de  The Female Man, de Johanna Russ (1975) (El hombre hembra). Un esbozo de teoría utópica feminista se encuentra en el último capítulo de la Dialéctica del sexo de Shulamith Firestone.  
 El ecofeminismo es la utopía de las utopías ya que busca una sociedad que supere todas las dominaciones, incluyendo las de sexo, clase, raza, opción sexual, especie y cualquier otra diferencia que sea utilizada para legitimar la injusticia y la opresión.  El objetivo más profundo de la filosofía ecofeminista es una redefinición del ser humano concomitante con una redefinición de los demás seres vivos con los que habita la Tierra. 



(Puedes leer mi artículo completo en  La utopía, motor de la Historia (Juan José Tamayo, dir., ed. Fundación Ramón Areces, 2017. Este libro puede consultarse en el siguiente enlace.