30.3.10

Kate Millett en Madrid: Las mujeres rindiendo homenaje a nuestra propia historia

¡Sí, estaba allí! ¡La legendaria Kate Millett en carne y hueso con sus 75 años de vida intensa y contestataria! Llegó igual a sí misma, con un look un poco hippie, con una chaqueta que, me contó, apreciaba mucho porque había sido hecha artesanalmente por mujeres vietnamitas. Para mí era como un milagro, después de tantos años de explicar los conceptos fundamentales de su obra Política Sexual en el curso de Historia de la Teoría Feminista, ese curso que creó Celia Amorós y dirige ahora Ana de Miguel en el Instituto de Investigaciones Feministas de la Universidad Complutense de Madrid. Publicado en 1969, Sexual Polítics es ya un clásico del feminismo.
Fue su tesis doctoral. Es un libro que reúne crítica literaria, antropología, economía, historia, psicología y sociología en una intersección de saberes emparentada con esa Escuela de Frankfurt que inspiraba los movimientos contestatarios de mayo del 68. Su lectura sigue siendo estimulante, reveladora e ineludible. Es una clara y apasionante introducción al estudio del sistema de género. ¡Si aún no la habéis disfrutado, hacedlo pronto!
Pero volvamos al jueves 25. Allí estaban, en la sala del Instituto de la Mujer cientos de personas, muchas antiguas y actuales estudiantes de ese curso, gente que no había querido perder la oportunidad de conocer a la pensadora y activista que el New York Times incluyó en el listado de las 10 personalidades más influyentes de todo el siglo XX.


Lleno total, gente sentada en el suelo, otra de pie, otra que quedó fuera, que no pudo entrar ya que no cabía un alfiler. Kate Millett usó un lenguaje sencillo y emotivo. Habló de su preocupación por las guerras, de la peligrosa combinación de tecnologías avanzadas y voluntad de dominio, de la ideología transmitida por los videojuegos, de su historia familiar y, sobre todo, de la búsqueda de la libertad y la felicidad. Su sonrisa, su buen humor y su mensaje final de optimismo probaron que la lucidez no está reñida con la alegría.


En 1988, Kate Millett preguntaba con amargura: “¿Somos las mujeres incapaces de honrar nuestra propia historia?” En un mundo en que, por lo general, solo se sabe rendir homenaje a los intelectuales y creadores varones, el larguísimo y emocionado aplauso con que toda la sala, de pie, ovacionó su intervención, fue una buena respuesta a esta pregunta. A veces, sabemos hacerlo.

P.D. ¡Muchas gracias a María José y Yahui, de Ciudad de Mujeres, por haberme facilitado algunas de las fotos que veis aquí!