26.11.16

Un ecofeminismo en defensa de los animales


¿El auge actual del movimiento en defensa de los animales implica un alejamiento creciente con respecto a la masculinidad patriarcal?
Las relaciones entre el feminismo, el ecologismo y el animalismo no están exentas de incomprensión y desencuentros. El ecofeminismo explora la interseccionalidad de las dominaciones.  Trato de responder a la pregunta inicial en un artículo que me acaba de publicar El Diario.es en la sección El Caballo de Nietzsche, y que os reproduzco aquí:


La situación de los animales no humanos es la peor de todas las épocas desde que comparten el planeta con el anthropos. Por un lado, la crisis ecológica generada por el modelo devastador de desarrollo pone a la fauna silvestre al borde de la extinción. Por otro, se ha construido un sistema monstruoso de campos de exterminio en el que millones de animales destinados al consumo o a la experimentación son privados de toda libertad y sometidos a atroces sufrimientos hasta la muerte. Sin embargo, cada vez son más los jóvenes que se adhieren a la causa animalista desde la publicación, a mediados de los años setenta del siglo XX, del libro Animal Liberation del filósofo australiano Peter Singer. Se trata de un tema clave de nuestro tiempo, un tiempo en el que Occidente comienza a descubrir el parentesco que nos une a todos los animales, humanos y no humanos, cuerpos con mentes, con conciencia y sentimientos, sujetos de una vida. Porque, sin ninguna duda, estamos tomando conciencia del parentesco y la continuidad entre los “terrícolas”, esa condición común que subraya un documental que todo el mundo debería ver y que tendría que ser material de análisis y reflexión en la enseñanza media y universitaria:  Earthlings (puede verse online).
El concepto de género como construcción sociocultural e histórica de las diferencias entre los sexos ha permitido analizar el modelo tradicional del guerrero y sus variantes contemporáneas desde nuevas claves. La iniciación a la masculinidad estereotipada siempre incluye un elemento de violencia. Como sugiere con profundidad, finura y gran elocuencia la película In the Valley of Elah (proyectada con tres títulos distintos en países de habla castellana: En el valle de Elah, Valle de las sombras y La conspiración), existen vínculos subterráneos, por lo común desapercibidos, entre la violencia contra las mujeres y contra los animales, las prácticas sádicas y la socialización masculina para la guerra. En su estudio Chicos son, hombres serán (ed. Horas y Horas, 1991) sobre la violencia masculina en USA, la psicóloga social Myriam Miedzian desvelaba que algunos instructores militares de su país exigían a los jóvenes en período de formación que mataran a “la mujer que tienen dentro”, obligándoles, para demostrar que lo habían logrado, a matar a un cachorrillo de perro que habían tenido que cuidar durante los meses de entrenamiento; también mostraba que en los círculos diplomáticos y políticos las actitudes conciliadoras que buscaban evitar el enfrentamiento armado eran vistas como poco viriles, como “afeminadas”.
Los animales no humanos sirven, a menudo, de medio para la construcción de una identidad viril concebida históricamente como separación con respecto a los sentimientos de empatía y compasión por el Otro. Pensemos, por ejemplo, en la tortura y muerte de animales como diversión de la pandilla de niños o adolescentes, o en la caza deportiva que podemos definir como guerra sistemática declarada a los animales silvestres por individuos generalmente de sexo masculino. En la actualidad, las redes sociales son una ventana abierta a esta violencia desatada contra los animales, tanto para mal (individuos que cuelgan los videos sádicos que han grabado o las fotos de sus supuestas hazañas) como para bien (campañas de denuncia y peticiones de castigo judicial de los abusos). Esta violencia contra criaturas indefensas tiene dos objetivos fundamentales: experimentar la voluntad de poder y afirmar y solicitar el reconocimiento de su identidad de género bipolarizada obtenida por la represión de los sentimientos de compasión. El “duro” es un resultado de técnicas de género específicas que proceden a extirpar características previamente definidas como propias del sexo femenino. La construcción del héroe es una peligrosa empresa que no siempre resulta exitosa y puede, fácilmente, producir villanos.
En esta lógica patriarcal, la mujer aparece como figura caracterizada por la emocionalidad y la debilidad de la que hay que diferenciarse para ser “superior”, inconmovible e imperturbable ante espectáculos o acciones violentas que ella, se supone, no sería capaz de realizar. De ahí que algunas (felizmente escasas) mujeres traten de lograr un reconocimiento similar al del varón exhibiendo conductas carentes de toda compasión en actividades como la caza o el toreo. Tratan, así, de desafiar las normas de género y la discriminación sexista, sin ver que, de esta forma, están aceptando el canon androcéntrico que ha devaluado virtudes del cuidado calificadas de “femeninas” y sobreestimado y hasta exigido en los varones actitudes y costumbres destructivas que se han considerado “masculinas”.
Los varones que defienden a los animales no humanos son disidentes de lo que llamo orden patriarcal especista. Lo son, consciente o inconscientemente, al menos en ese aspecto. En la causa de los animales late una potente redefinición de la masculinidad, una evolución fundamental que permitiría un salto cualitativo de la humanidad y que conecta con el ecofeminismo. Porque la igualdad de género puede ser comprendida y concretada de dos maneras. La primera, androcéntrica, como inclusión de las mujeres en el modelo patriarcal, exige el abandono de la conexión emocional, la empatía y los valores del cuidado y la compasión por parte de las mujeres. La segunda, resultado de una conciencia crítica ecofeminista animalista, implica el desarrollo de esa conexión y esos valores por parte de todos los seres humanos independientemente de su sexo-género. Esta es una de las razones por las que veo con claridad un lazo profundo entre feminismo y animalismo, a pesar de todos los desencuentros e incomprensiones mutuas que aún los separan. Este vínculo me parece uno de los temas fundamentales del ecofeminismo en tanto redefinición de nuestra especie y de sus relaciones con las demás.           
La perspectiva ecofeminista implica la revisión de una serie de dualismos vertebradores de nuestro pensamiento: Naturaleza/Cultura, animal/humano, afectividad/intelecto, cuerpo/mente... A través de la Historia, estos pares de opuestos jerarquizados han estado relacionados con la caracterización patriarcal de la diferencia de los sexos. Esta es una de las conexiones teóricas que hacen pertinente el enfoque feminista de la cuestión ontológica, ética y política de la relación del ser humano con los demás seres vivos.
El ecofeminismo demanda la reconciliación con los cuerpos y con su materialidad vulnerable. Recuerda que existe un amor sin odio, un deseo sin cosificación ni violencia. Al rechazar todo sistema de dominación, denunciando sus implicaciones patriarcales, el ecofeminismo llama a superar la violencia estructural contra la naturaleza humana y no humana, así como los prejuicios antropocéntricos que legitiman la violencia contra los animales. Lo que desde una perspectiva sexista y androcéntrica aparecía como sentimientos y actitudes femeninas o feminizadas, ridiculizadas, minusvaloradas, adquieren un nuevo status, ahora político, vinculado a una nueva comprensión del ser humano, de la diversidad y de esos otros seres a los que se suele incluir en los conceptos de “carne” y de “recursos naturales”. El ecofeminismo nos orienta, así, hacia un mundo más justo, en que la opresión no se legitime por prejuicios y jerarquías de sexo, raza, clase, opción sexual, edad o capacidades, en el que se respete a los animales no humanos como individuos capaces de sufrir física y emocionalmente y en el que se cuide de la Tierra que nos sustenta, pensando que no sólo es nuestra, sino de las generaciones futuras y del resto de los seres vivos. En Ecofeminismo para otro mundo posible (ed. Cátedra, 2011) hice una reinterpretación del mito griego del Minotauro con la que querría terminar estas líneas. Es, a mi juicio, un símbolo de esos hombres y mujeres que han decidido dar su voz a los que no tienen voz. Las y los defensores de los animales son la nueva Ariadna y el nuevo Teseo que ya no odian la animalidad de sus cuerpos ni aceptan una cultura basada en la dominación y la violencia sobre el Otro, reducido a mero cuerpo. Juntos entran en el laberinto del mundo y liberan al Minotauro porque saben que la humanidad plena no se alcanza por la negación y el odio al Otro vulnerable, sino por la luz de la empatía, la justicia y la compasión.

http://www.eldiario.es/caballodenietzsche/ecofeminismo-defensa-animales_6_583801651.html

12.10.16

Comer con cabeza: nutrición, salud y ética


Los pensadores de la Antigüedad, que buscaban una vida feliz orientada por la sabiduría, daban importancia al cotidiano acto de comer. La Dietética estaba estrechamente vinculada a la Filosofía porque comprendieron que la nutrición influía tanto en lo físico como en lo psíquico. Comer es una acción que realizamos todos los días y que determina en gran medida nuestra salud y nuestro estado de ánimo. Hoy, en un mundo superpoblado, industrializado y dominado por las grandes corporaciones multinacionales sabemos que también tiene un impacto enorme sobre el medio ambiente, sobre el presente y el futuro de nuestro planeta y sus habitantes. Por todo ello, os recomiento Comer con cabeza, un excelente libro en el que la periodista canadiense de investigación Élise Desaulniers (Gran Premio de Periodismo Independiente 2015 de Canadá)
Élise Desaulniers
reúne magistralmente todos los aspectos implicados en nuestra alimentación: ¿Cómo combinar alimentos para obtener una dieta completa en proteínas?  ¿Qué relación tienen el desperdicio de comida y el sobreconsumo con el problema del hambre en el mundo? ¿Cómo actuar en nuestra vida cotidiana para influir en las decisiones políticas respecto a los sistemas de producción alimentaria? ¿Cómo impulsar una alimentación sana y ética en las cafeterías universitarias? ¿Qué se sabe realmente sobre los transgénicos? ¿Cuál es la cara oscura del sistema de pesca y agricultura industrial? ¿Cuáles son los costes ignorados del consumo de carne para humanos y animales? ¿Cuáles son los términos utilizados hoy en día para referirse a las distintas formas de alimentarse?  La autora responde a estas cuestiones, y a muchas más, con planteamientos pragmáticos (en el buen sentido) en los que la conciencia ética se enlaza con la información científica más reciente y con consejos prácticos para tomar las mejores decisiones. Su estilo directo y de agradable lectura me ha traído a la memoria a esa cálida gente del Quebec que conocí durante mis estudios de Doctorado en Montreal. Un libro sensato, práctico y ético. ¡No os lo perdáis!
Se puede adquirir a través de este enlace de la editorial:
http://erratanaturae.com/libro/comer-con-cabeza/














16.8.16

El jardín de los placeres que se bifurcan: El Bosco

El jardín de las delicias de El Bosco
Borges escribió sobre un jardín de senderos temporales que se bifurcaban. En cambio, El Bosco es el pintor del jardín de los placeres que se bifurcan en figuras híbridas monstruosas. La obra de este pintor es enigmática. En su misma época probablemente menos que ahora ya que algunas claves de su interpretación, alegorías y símbolos comunes a principios del siglo XIX han perdido su transparencia. Pero si algo es evidente es que, aparte de la maestría técnica indudable que manifiesta, es una obra con un tema recurrente: los placeres sensoriales como origen del pecado que lleva a la condena eterna. Sin embargo, como señalan los estudios especializados, las prácticas paganas, la sensualidad y la imaginación desbordante del pueblo constituyen la materia fundamental y el rasgo característico de su pintura. Paradojas de la creación artística y de un intelecto que oscilaba entre la ortodoxia y la heterodoxia religiosas. Su influencia es clara en pintores como Goya. En el siglo XX fascinó a los surrealistas por su componente onírico y sexual que invitaba a una interpretación freudiana. El artista chino contemporáneo Cai Guo-Quiang ha reconocido su deuda con El Bosco en su impactante instalación titulada "Heritage", que representa la última charca tras el desastre ecológico al que probablemente nos encaminamos (2013, Queensland Art Gallery, Australia)
"Heritage" de Cai Guo-Quiang

Si podéis, no os perdáis la mayor exposición que se ha realizado hasta el momento sobre El Bosco. Con motivo del V centenario de su muerte, el museo del Prado la presenta hasta el 11 de septiembre. Reúne 65 obras de distintos museos (El Prado de Madrid, el Louvre de París, el Moma de New York, el Kunsthistorisches Museum de Viena, el Museum of Fine Arts de Boston, la National Gallery de Washington, el Polo Museale del Veneto de Venecia, el Museu Nacional de Arte Antiga de Lisboa, entre otros) de las cuales 25 son de El Bosco y el resto de discípulos y maestros de la época. Muy recomendable es también la videoinstalación titulada "Jardín infinito" en la sala C del museo que permite al público pasear y hasta sentarse en el suelo para admirar sin prisa colores y sonidos al hilo de detalles de la obra de El Bosco. En conjunto, una exposición temporal que no os dejará indiferentes.
 Muy importante: sin reserva previa es imposible acceder a la exposición dado el éxito que tiene. Y vale la pena alquilar la audio guía.
 
Videoinstalación Jardín infinito con detalles de la obra de El Bosco


Videoinstalación Jardín infinito con detalles de la obra de El Bosco  
Este es el enlace al  video introductorio de 3 minutos que el  Museo de El Prado ha preparado para este evento

28.5.16

La utopía ecofeminista




    ¿Qué es el ecofeminismo y en qué medida puede decirse que se trata de una utopía? No me refiero al sentido vulgar de “utopía”, como una mera fantasía, como un absurdo que contradice las normas lógicas o las dinámicas psicológicas o materiales de la humanidad. En este primer sentido, en efecto, se ha considerado al ecofeminismo y a otras teorías emancipatorias como sueños de ingenuos optimistas que no han comprendido que el hombre es un lobo para el hombre (el homo homini lupus de la reformulación hobbesiana del pesimismo antropológico) y que todo lo real es racional (según la interpretación hegeliana más conservadora). Pero, contestaría una ecofeminista: ¿Quién es el hombre? ¿Cómo es el lobo? ¿A qué llamamos razón? En otra parte, he sostenido que el objetivo más profundo de la filosofía ecofeminista es una redefinición del ser humano concomitante con una redefinición de los demás seres vivos con los que habita la Tierra. 

    En el sentido inaugurado por Tomás Moro en 1516, utopía es un mundo que aún no ha tenido lugar (ou-topos), que aún no se ha concretado en la realidad, pero podría llegar a hacerlo un día. Funciona como un horizonte regulativo hacia el que dirigir nuestros pasos con esperanza. Configura una cartografía de lo posible que, como es evidente, posee capital importancia desde el punto de vista de la Filosofía Moral y Política y de la vida cotidiana. 

Os dejo el video de mi intervención en el Simposio La utopía, motor de la Historia. Con motivo del V Centenario de la publicación de Utopía, de Tomás Moro, organizado por Juan José Tamayo en la Fundación Ramón Areces de Madrid, simposio para el que he escrito estas líneas. El texto completo será publicado próximamente
Agradezco a Mati Sy el haberme facilitado este video que podéis ver picando aquí
 
 


25.2.16

La chica del tren

 En estas líneas, frente a numerosas críticas adversas, me gustaría romper una lanza por el reconocimiento de la auténtica calidad de una autora británica que con su primer libro ha sabido, a mi juicio, componer una excelente obra del género policíaco.   No pretendo elevar a los altares de la Literatura con mayúscula un thriller que se ha convertido en auténtico best-seller (5 millones de ejemplares vendidos en 30 países), pero sí subrayar algunas de las características que lo hacen muy interesante y atractivo.
Las tres protagonistas son mujeres y la narración en primera persona sigue su pensamiento y sus emociones con una dinámica que muestra el legado de la técnica literaria del fluir de la conciencia. La gran habilidad de Paula Hawkins consiste en contar la historia a través de un gran patchwork de fragmentos introspectivos y hacerlo con un ritmo extremadamente ágil que mantiene el suspense hasta el final. Si queréis desconectar de las preocupaciones cotidianas con una novela negra, os la recomiendo. Preferentemente en inglés, si es posible.
Quienes aman el tren, como yo, encontrarán también en ella fragmentos de una poética londinense muy particular.