¿Los movimientos sociales
emancipatorios han de descalificarse mutuamente?¿Las personas que han abierto
su conciencia a alguno de los proyectos que construirán un mundo mejor, más
pleno, con menos sufrimiento e injusticia, tienen por necesidad que
minusvalorar y atacar el más mínimo éxito conseguido con gran esfuerzo por otro
movimiento que no sea el suyo?
Me ha llamado la atención que la
noticia sobre cierto paso de un país de la UE hacia la protección de los animales no humanos _los
seres con capacidad de sufrir más explotados, torturados y exterminados del
planeta_ haya suscitado comentarios
adversos en algunas personas que simpatizan con otras causas. Una
feminista se preguntaba por las medidas tomadas en favor de las mujeres y un
partidario del reconocimiento de la diversidad sexual alegaba que no era
momento para gastar dinero en seres que no son personas. No puedo en estas
breves líneas entrar en un análisis filosófico de esta última objeción, baste
con recordar el comentario de Jeremy Bentham sobre la teoría del animal-máquina
de Descartes: “Lo importante no es que puedan hablar, sino que puedan sufrir”. Me
interesa aquí, en cambio, centrarme en la incomprensión y rivalidad entre metas
en sí mismas positivas.
Las políticas favorables a mujeres
y animales suelen ser las más afectadas por comparaciones improcedentes. Cuando
se consigue una ley que fija un sueldo mínimo decente ¿acaso se la descalifica porque
no aborda el control de los vertidos contaminantes? Cuando se obtiene el reconocimiento de las
reivindicaciones de una minoría sexual ¿acaso se muestra indiferencia y recelo
porque no trata la cuestión del paro? Siempre tendemos al escepticismo y al rechazo
cuando no nos ponemos en el lugar del Otro, cuando su situación no se encuentra
en la órbita de nuestros intereses y preocupaciones. Ponerse en el lugar del
Otro, abrirse a su sufrimiento y a su demanda es el núcleo mismo de la ética.
Cuando las sufragistas fundaron ligas contra la vivisección y se comprometieron con la lucha contra la
crueldad hacia los animales dieron ese paso en el que el feminismo se abrió a
la más incomprendida de las causas, al Otro más ajeno para la mayoría de los
miembros de nuestra especie.
He forjado el
concepto de Pactos de Ayuda Mutua tomando la idea de ayuda mutua del científico
y filósofo del siglo XIX Pietr Kropotkin. Sus observaciones le llevaron a descubrir que
no sólo hay competencia en la Naturaleza, sino también apoyo mutuo. Llevó estos
conocimientos a la filosofía social, concluyendo que la sociedad humana tenía
que ser de ayuda mutua. Creo que cabe
comenzar, al menos, por los movimientos sociales emancipatorios.
En este mundo injusto e irracional
que vivimos, hay innumerables víctimas de los prejuicios e intereses de género,
clase, raza, orientación sexual y especie. Según nuestro contexto e historia familiar, personal
y social, podemos ser más sensibles a una
u otra de estas formas de explotación y dominación. Pero hemos de intentar que
nuestra razón nos permita comprender el compromiso solidario de los demás y
alegrarnos de sus avances. La mejora en la percepción de lo justo en un aspecto
ayudará a descubrir otras dimensiones de lo que queda por transformar. He
intentado caminar por esta vía en Ecofeminismo para otro mundo posible. Sumar y
no restar. Esa es la clave.