15.3.17

Le importa la ética animal al feminismo?



Cubierta de la artista hipermedia ecofeminista Verónica Perales
Escrita con razón y pasión, Ética Animal ¿Una cuestión feminista? de Angélica Velasco Sesma (Colección Feminismos, editorial Cátedra, 2017) demuestra una vez más que el feminismo es pensamiento emancipatorio capaz de inspirar e impulsar nuevos desarrollos críticos liberadores que nos acercan al horizonte de una cultura de paz. Puede decirse, por lo tanto, que retoma un sendero histórico feminista olvidado: el de las sufragistas que compararon la subordinación de los animales con la propia y que denunciaron la similitud del maltrato sufrido por mujeres y animales domésticos en el espacio oculto del hogar y en la ciencia patriarcal.
Del “es que me gustan los animales” tímido y abochornado de tantas mujeres (tratando de disculparse por sus sentimientos compasivos y por su preocupación y tristeza ante los abusos y el martirio y desamparo del resto de criaturas vivientes) a la conciencia animalista que ya no calla ni se sonroja, hay un paso que no siempre es dado. Para franquearlo, se necesitan argumentos conceptuales que permiten articular los sentimientos y las vivencias en un conjunto coherente y ordenado. Este libro, fruto del estudio paciente y la reflexión, los proporciona con creces y lo hace desde una perspectiva feminista.
La Ética Animal es un tema de hoy, no en el sentido de que se trate de una simple moda, sino de que por fin ha llegado su momento. Hay un largo camino recorrido desde la aparición de las primeras protectoras de animales domésticos en el siglo XIX hasta la creación de los “santuarios” actuales, es decir, de refugios que acogen animales de granja con el fin de mostrar que también las vacas, toros, cerdos, cabras… aves de corral poseen capacidades  cognitivas y emocionales que también los hacen merecedores de consideración moral. En nuestro país, Wings of Heart, León Vegano, Santuario Gaia, El hogar ProVegan, Compasión Animal y El Valle Encantado son sólo algunos de estos nuevos espacios con nombres que  expresan el ideal ético de la compasión y la justicia en un mundo sin violencia. El animalismo es un potente movimiento social internacional con un variado e incansable activismo y unos valores de transformación de nuestra identidad humana que atraen a un número importante de jóvenes. El feminismo no puede ignorarlo.
Este excelente libro demuestra que, a pesar de sus desencuentros, feminismo, animalismo y ecologismo son nombres de una evolución  personal y colectiva, ética y política, que ya no admite dilaciones. Nos jugamos el futuro. Quiero terminar estas líneas dejando la palabra a la propia autora: “Está en nuestras manos el mundo que queremos construir. Elegiremos entre un mundo en el que prevalezca la dominación, la opresión y la explotación de los Otros, humanos y no humanos, o un mundo en el que nuestros actos estén guiados por la actitud ética de respeto y compasión por todos aquellos con los que compartimos el planeta.”
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