Artemisia Gentileschi: Susanna e i vecchioni (1649)
El concepto de violencia de género ha
sido forjado para subrayar el carácter estructural, ideológico y aprendido (y por lo
tanto, susceptible de ser transformado) de las innumerables violencias sufridas
por las mujeres en todo el mundo, incluso en las democracias más avanzadas. La violencia
de género es violencia patriarcal que se apoya en la desigualdad entre hombres
y mujeres en el acceso a los recursos y en un rango simbólico de lo femenino más
bajo que el masculino. Para comprenderla en profundidad, es indispensable atender
tanto a la realidad económica de desigualdad entre los sexos como a los
elementos simbólicos que invisibilizan y reproducen la sujeción de las mujeres.
Como ha mostrado el feminismo, este es el suelo del que surge la violencia y sin su desmantelamiento no
hay lugar para la esperanza de crear una cultura de respeto, libertad y paz.
Los
modelos explicativos de la violencia contra las mujeres han ido evolucionando desde una perspectiva que sólo veía individuos perturbados a otra de carácter
comprehensivo, que atiende a numerosos factores
causales combinados.Como bien ha sostenido Nancy
Fraser,solucionar el
problema de la desigualdad requiere tanto políticas de redistribución (que inciden en lo
económico), comopolíticas de
reconocimiento (que operan en el ámbito de lo simbólico).
En las sociedades occidentales,
nos hallamos actualmente en un proceso de cambio a nivel social e institucional
por el que rechazamos conductas antiguamente aceptadas, al menos en ciertas
condiciones, como el llamado “maltrato” (un término que me parece demasiado leve) (recordemos, a modo de ejemplo, la comedia de Shakespeare "La fierecilla domada” para constatar el papel legitimador, en
tantas ocasiones, de la literatura y las artes con respecto a la violencia de género), la violación (si la víctima no
era una mujer "honesta" o si se arriesgaba a salir sola al espacio
público en horas inconvenientes) y el acoso sexual (justificado
como respuesta lógica a las maniobras de seducción femenina).
Hablar de violencia de género es pensar a hombres y mujeres de manera
relacional y como fruto de un proceso dialéctico en el que puede, y debe,
intervenir la razón crítica como mediación liberadora;es abrir la puerta a la ética y a la filosofía
política para comprender y transformar una realidad en la que, todavía
demasiado a menudo, la violencia tiene la última palabra.
G
M
T
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